El fresco del último domingo de verano recorre el departamento con alegría. El sol brilla. Hoy se vive y se disfruta.
Tapovana - तपोवन
Tapovan proviene de dos palabras en sánscrito, práctica espiritual o austeridad, y bosque. Puede entonces ser interpretada como el lugar en el bosque para las prácticas espirituales. En mi caso, mi tapovan es el arte, llámese música, artes plásticas, poesía, cuento, cocina, artes marciales... Donde el ruido exterior se acalla y resuena la quietud del espíritu, allí encuentro paz.
domingo, 27 de febrero de 2022
De regreso al camino
Febrero 2022.
A dos años del ciclo que cambió el mundo, y después de mucho trabajo interno, de pasar miedos e incertidumbres, hoy retomo este espacio, que creí perdido.
Que la palabra nos libere. Que nos haga crecer. Que nos exorcise. Que nos permita crecer. Que riegue la semilla de la evolución plantada en nuestras almas.
martes, 1 de octubre de 2019
miércoles, 26 de febrero de 2014
La nueva flauta (del prólogo de Free Play, de Stephen Nachmanovitch)
Al día siguiente, mientras este maestro hacia las maletas para
marcharse, los músicos se le acercaron y le preguntaron cuánto se tardaría en
aprender a tocar la nueva flauta. “Años”, respondió. Le preguntaron si tomaría
un alumno y respondió que sí. Cuando se fue, los músicos decidieron entre ellos
enviarle un joven, un flautista brillantemente talentoso, sensible a la
belleza, diligente y confiable. Le dieron dinero para vivir y pagar las clases
del maestro y lo enviaron a la capital, donde aquél vivía.
El alumno llegó y fue aceptado por el maestro, quien le dio una sola melodía simple para tocar. Al principio el alumno recibió instrucción sistemática, pero aprendía con facilidad todos los problemas técnicos. Llegaba para la clase diaria, se sentaba y tocaba la melodía… y el maestro solo podía decir: “Falta algo”. El alumno se esforzaba de todas las formas posibles; practicaba horas y horas, pero día tras día, semana tras semana, todo lo que le maestro decía era “Falta algo”. El alumno pidió que al maestro que cambiara la melodía, pero el maestro se negó. La ejecución diaria de la melodía, y la diaria respuesta “falta algo” continuaron durante meses. La esperanza del éxito del alumno y su miedo al fracaso se intensificaban, y oscilaba entre la agitación y el abatimiento.
Finalmente ya no pudo seguir soportando la frustración. Una noche hizo la maleta y huyó sigilosamente. Siguió viviendo un tiempo más en la capital hasta que se quedó sin dinero. Empezó a beber. Por fin, ya en la miseria, volvió a su tierra natal. Como le daba vergüenza mostrar la cara a sus colegas, encontró una choza en el campo. Todavía poseía sus flautas, todavía tocaba pero no encontraba nueva inspiración en la música. Los granjeros que pasaban lo oyeron tocar y les enviaron a sus hijos para que les enseñara los rudimentos. De esa manera vivió durante años.
Una mañana alguien golpeó su puerta. Era el virtuoso más viejo del pueblo, junto con el más joven de los estudiantes. Le dijeron que esa noche darán un concierto, y que todos habían decidido que no se haría son su presencia. Con cierto esfuerzo vencieron los sentimientos de miedo y de vergüenza del músico, quien casi en trance tomó su flauta y se fue con ellos.
Comenzó el concierto. Mientras el músico esperaba detrás del escenario nadie interrumpió su silencio interior. Por fin, al final del concierto lo llamaron al escenario. Se presentó con sus ropas harapientas. Miró la flauta que tenía en las manos: descubrió que había elegido la flauta nueva.
Entonces se dio cuenta que no tenía nada que ganar ni nada que perder. Se sentó y tocó la misma melodía que había tocado tantas veces para su maestro en el pasado. Cuando terminó se hizo un largo silencio. Luego se oyó la voz del más viejo, quien dijo con suavidad desde el fondo de la habitación: “¡Como un Dios!”
El alumno llegó y fue aceptado por el maestro, quien le dio una sola melodía simple para tocar. Al principio el alumno recibió instrucción sistemática, pero aprendía con facilidad todos los problemas técnicos. Llegaba para la clase diaria, se sentaba y tocaba la melodía… y el maestro solo podía decir: “Falta algo”. El alumno se esforzaba de todas las formas posibles; practicaba horas y horas, pero día tras día, semana tras semana, todo lo que le maestro decía era “Falta algo”. El alumno pidió que al maestro que cambiara la melodía, pero el maestro se negó. La ejecución diaria de la melodía, y la diaria respuesta “falta algo” continuaron durante meses. La esperanza del éxito del alumno y su miedo al fracaso se intensificaban, y oscilaba entre la agitación y el abatimiento.
Finalmente ya no pudo seguir soportando la frustración. Una noche hizo la maleta y huyó sigilosamente. Siguió viviendo un tiempo más en la capital hasta que se quedó sin dinero. Empezó a beber. Por fin, ya en la miseria, volvió a su tierra natal. Como le daba vergüenza mostrar la cara a sus colegas, encontró una choza en el campo. Todavía poseía sus flautas, todavía tocaba pero no encontraba nueva inspiración en la música. Los granjeros que pasaban lo oyeron tocar y les enviaron a sus hijos para que les enseñara los rudimentos. De esa manera vivió durante años.
Una mañana alguien golpeó su puerta. Era el virtuoso más viejo del pueblo, junto con el más joven de los estudiantes. Le dijeron que esa noche darán un concierto, y que todos habían decidido que no se haría son su presencia. Con cierto esfuerzo vencieron los sentimientos de miedo y de vergüenza del músico, quien casi en trance tomó su flauta y se fue con ellos.
Comenzó el concierto. Mientras el músico esperaba detrás del escenario nadie interrumpió su silencio interior. Por fin, al final del concierto lo llamaron al escenario. Se presentó con sus ropas harapientas. Miró la flauta que tenía en las manos: descubrió que había elegido la flauta nueva.
Entonces se dio cuenta que no tenía nada que ganar ni nada que perder. Se sentó y tocó la misma melodía que había tocado tantas veces para su maestro en el pasado. Cuando terminó se hizo un largo silencio. Luego se oyó la voz del más viejo, quien dijo con suavidad desde el fondo de la habitación: “¡Como un Dios!”
martes, 11 de febrero de 2014
A beautiful Baul song
“Oh my insane heart!
I did not find a soul of true madness
So I did not become mad.
Some are mad for worldly attachment called love
Some are mad for glory and pride,
Some are mad for material benefit, some mad for fame and power,
They do not know what they are looking for, always eluded by own mad desires,
They do not know the difference between the true and false,
True Mad was Shiva, he left his golden place
Came and sat down at the cremation ground
Always drunk in higher consciousness
Intoxicated in divine love and madness…”
I did not find a soul of true madness
So I did not become mad.
Some are mad for worldly attachment called love
Some are mad for glory and pride,
Some are mad for material benefit, some mad for fame and power,
They do not know what they are looking for, always eluded by own mad desires,
They do not know the difference between the true and false,
True Mad was Shiva, he left his golden place
Came and sat down at the cremation ground
Always drunk in higher consciousness
Intoxicated in divine love and madness…”
viernes, 17 de mayo de 2013
Mahamrityunjaya Mantra
Om Tryambakam Yajamahe
Sugandhim Pushtivardhanam
Urvarukamiva Bandhanan
Mrityor Mukshiya Maamritat
We Meditate on the Three-eyed reality
Which permeates and nourishes all like a fragrance.
May we be liberated from death for the sake of immortality,
Even as the cucumber is severed from bondage to the creeper.
Mahamrityunjaya Mantra is one of the more potent of the ancient Sanskrit mantras.Is a call for enlightenment and a practice of purifying the karmas of the soul at a deep level.
martes, 30 de abril de 2013
Om saha nāvavatu
ॐ सह नाववतु ।
सह नौ भुनक्तु ।
सह वीर्यं करवावहै ।
तेजस्वि नावधीतमस्तु मा विद्विषावहै ।
ॐ शान्तिः शान्तिः शान्तिः ॥
Om saha nāvavatu
saha nau bhunaktu
saha vīryaṃ karavāvahai
tejasvi nāvadhītamastu mā vidviṣāvahai
Om śāntiḥ śāntiḥ śāntiḥ ॥
saha nau bhunaktu
saha vīryaṃ karavāvahai
tejasvi nāvadhītamastu mā vidviṣāvahai
Om śāntiḥ śāntiḥ śāntiḥ ॥
Meaning:
1: Om, May God Protect us Both (the Teacher and the Student),
2: May God Nourish us Both,
3: May we Work Together with Energy and Vigour,
4: May our Study be Enlightening, not giving rise to Hostility,
5: Om, Peace, Peace, Peace.
1: Om, May God Protect us Both (the Teacher and the Student),
2: May God Nourish us Both,
3: May we Work Together with Energy and Vigour,
4: May our Study be Enlightening, not giving rise to Hostility,
5: Om, Peace, Peace, Peace.
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